Baixe FLEURY, B.-De los lugares de sufrimiento a su memoria e outras Notas de estudo em PDF para Antropologia, somente na Docsity! fat SosÃ
DE LOS LUGARES DE SUFRIMIENTO
ASU MEMORIA
Béatrice Fleury ()
Jacques Walter (”
uchos trabajos examinan el siglo pasado a la tuz de las violencias
extremas que fueron cometidas. Por parte de Francia, se puede
subrayar tres ejemplos. En su presentación del libro colectivo, Le
XXe siécle des guerres. Modernité et barbarie, los coordinadores de esta suma
de 600 páginas anunciaban: “Junto con el seséntavo aniversario del Desem-
barco quizás haya legado ta hora de una historia europea de la guerra. La
ocasión favorece el análisis histórico e historiográfico de un siglo marcado
por la guerra y las destrucciones masivas” (Causarano et al., 2004) (!). Y para
evocar las guerras de ese siglo o, más precisamente, ese siglo de guerras, se
hacia un desvio por la guerra de Secesión y las guerras coloniales de fines del
siglo XIX, teniendo también en cuenta los períodos de paz que enmarcaron tos
de crisis. Esto con el fin de comprender la violencia, no considerândola como
un momento bisagra o transitorio, sino como el síntoma o la encarnación de un
período en el que ia desmesura linda con lo atroz, Es también el enfoque desa-
rrollado por Bernard Bmneteau quien, en Le siêcie des génocides. Violences,
massacres et processus génocidaires de VArménie au Rwanda (2004), hace
una lectura del siglo XX findândose en la categoria de “genocídio”, elaborada
por Raphael Lemkin y adoptada por la ONU el 9 de diciembre de 1948. Por
último, se le debe a Jacques Sémelin el intento de definir con mayor preci-
sión nociones como las de “crimenes masivos” o de “violencia extrema”. Y
aimque en Purifier et détruire. Usages politiques des massacres et gênocides
(2005), la cuestión del genocidio aparece tardiamente como objeto de un enfo-
que crítico, se ve que sus instrumentalizaciones en la historia —y que el autor
examina otorgan sin embargo a! genocidio de los judios el estatuto de una
+ Centre de Recherche sur les Médiations, Université Nancy 2 - Maison des Sciences de PHomme-Lorraine.
++ Centre de Recherche sur les Médiations. Université Paul Verlaine-Metz - Maison des Sciences de
VHomme-Lorraine.
1. Htp://groupedhistoiresocia free fr/publicarions/siecle. des guerres. publications.hwml. Consultado en
julio de 2010.
22 MEMORIAS DE LA PIEDRA
referencia insoslayable para aprehender los hechos sangrientos del siglo SX.
Es evidente que cualquier crimen de masas no tiene carácter de genocídio pero
el hecho de asociar el término con tas “violencias extremas” que han marcado
este siglo (tales como las de ex-Yugoslavia) prueba hasta qué punto es dificil
abstraerse del marco referencial que representa el Holocausto. Por otra parte,
desde fines de los afios “90, se están realizando estudios en el mundo anglo-
sajón dentro de lo que se ha Ilamado Holocaust and Genocide Studies, que
establecen, explicitamente, una filiación entre el extermínio de los judíos y el
de otras poblaciones.
Si la cuestión de los genocidios y/o de las violencias extremas conduce,
por un lado, a interrogar datos terminológicos, y por otro, modalidades y con-
textos de estos tipos de acontecimientos, también conlleva a abordar el trabajo
de memoria en su articulación con los lugares de violencia. Respecto a esto,
es conocido el libro de Annette Wieviorka Auscimwitz. La mémoire d'un lieu
(2005) que, al invertir al menos en el plano texicológico- el enfoque de Pierre
Nota respecto a los lugares de memoria, emprende investigaciones que giran
en tomo a esta interrogante: ; qué ocurre con los lugares de la historia cuando
han franqueado el umbral de la memoria? Así, apropiaciones, controversias,
debates, cuestiones identitarias, son algunos de los ejes que interesan a los
investigadores que trabajan en este marco. Es por esta vía en particular que
unos treinta investigadores (7) tanto franceses como extranjeros y de diversos
campos disciplinarios: historiadores, especialistas de literatura, ciencias de la
información y comunicación, entre otros— dedicaron cuatro afios a tratar estos
procesos —y su cronologia que consiste en catificar, descalificar y recalificar
lugares de detención y de masacre (*).
Aunque existe una deuda importante por parte de este colectivo hacia Pie-
2. Los participantes del programa som: Audrey Alvês, Marilda Azulay Tapiero, Horst emard, Quentin
Bilquez, Patrícia Boyer, Joceline Chabot, Erançois Cochet, Gaêlle Crenn, Olivier Dard, Galyna Dranenko, Clau-
dia Feld, Béatrice Fleury, Tnomas Fontaine, Estrella Israel Garzón, Sylvaine Guinle-Lorinet, Bertrand Hame-
lin, Luba Jurgenson, Fransiska Louwagie, Philippe Mesnard, Luciana Messina, Cédric Neveu, Aminata Ning
Diéne, Claude Nosal, Joanna Teklik, Yannis Thanassekos, Sylvie Thtigblemont-Dollet, Jean-Louis “lornatore,
Laurent Vhiéry, Jacques Walter, Thomas Weber y Daniel Weyssow.
3. Por comodidad utilizaremos aqui fa expresión “calificar, descalificar, recalificar lugares de detención
y de masaore”, Sin embargo, el progeama que da lugar à esta contribución st lama: Califcar, descalificar
recalificar lugares de detención, de concentración » de extermínio. Se inseribe en el eje 4, “Memorias, cultura
y ciencias” dei polo de investigación cientifica y fécaica “Hombre y sociedad” (contrato de proyecto Estado”
Región), gestionado par la MSH Lorraine, Está dirigido por dos investigadores del Centre de recherche sur les
médiations (CREM), Béatrice Fleury y Jacques Walter, y ha dado lugar à cuatro publicaciones, cada una de ellas
se fucalizó sobre una temática que permitia estudiar los procesos en curso: Qualifier des fieux de détemtion et de
massacre (Fleury, Walter, 2008); Qualifier des Hieux de clétention es de massacre (2). Territorialisation, déterri
torialisation (Fleury, Walter, 20094); Quatifier des lieux de détention er de massacre (3). Figures emblématiques,
miobilisations collectivex (Fieury, Walter, 2010); Qualifier des liewx de détention et de massacre (4). Dispositifs
de médiation mémorielle (Fleury, Walter, 20).
Ensavos ex Torno A LUGARES DE DETENCIÓN y MASACRE 23
«re Nora, los aportes de las investigaciones coordinadas por él sólo se vin-
culan con un aspecto de estos trabajos. Particularmente, cuando se considera
los lugares en su materialidad y en su inmaterialidad a la vez, así como en su
capacidad para lograr que un acontecimiento escape al olvido. En cambio, los
investigadores han seguido una pista menos transitada: la marcación primera
de los lugares, ya sea que se trate de su localización y/o del sentido que se le
atribuye, por ende de su calificación. Aquí es necesaria una clarificación. En
el diccionario Trésor de la langue française (TLF), el primer sentido que se
le atribuye a la palabra “calificación” (*) es: “Acción que consiste en calificar
alguien o algo, atribuir una cualidad con su designación”. Más adelante, en el
mismo TLF pero en la parte que se refiere al “derecho penal”, se puede leer el
siguiente significado de calificación: “Operación que consiste en confrontar
los hechos delictuosos con las diversas variedades de hechos reprimidos por
1a ley penal, dândole la apelación legal que les conviene”. En cuanto al térmi-
no “calificar” (7), le corresponde la siguiente definición: “Marcar tal cualidad,
caracterizar atribuyendo una. calidad, una apclación, un título”, Por último, el
término “descalificar” (*) también es definido así: “Criticar (a alguien), des-
truir la reputación de (alguien) en base a la prueba de una indelicadeza o para
deshonrar”.
En el registro memorial, apoyarse en estas referencias para interrogar lo
que designamos como un proceso social de calificación, consiste en identificar
el gesto fundador —y su sentido- mediante el cual actores de la memoria —ya
sea que representen poderes públicos, ciudadanos (agrupados o no en colec-
tivos) o víctimas— hacen de un lugar e! sitio emblemático de una historia de
la que deciden conmemorar un aspecto. Así como en un marco judicial, la
calificación de un hecho permite aplicar al autor una sanción correspondiente,
elhecho de nombrar un lugar lo inscribe de manera particular en una historia y
permite a quienes (antiguas víctimas o sus representantes, políticos, miembros
de asociaciones...) se encargan de su dimensión conmemorativa atribuirle un
régimen de valores y una semântica. Esto puede llevar a que ese lugar entre en
conflicto con otros, o a que se recuse una calificación particular, como ocurre
con varios campos del sistema concentracionario nazi. Estos son los hechos:
4 Trésor de la langue française (TLF), “Qualification”.
Acceso. Htpr/latil att ftidendien/sceipts/tfivSAvisusel.cxe? 1 1;s=1320271680;r=1snat=:sol=0. Consulta.
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Consultado en julio de 2010.
28 MEMORIAS DE LA PIEDRA
motivos que pueden ser, por ejemplo, los de la participación de grupos en
acciones de memoria. Contrariamente a lo que enunciaba Pierre Nora (1978)
—para quien memoria e historia son términos opuestos- los ritmos de una y
otra se relacionan, así como los motivos, ya que la búsqueda identitaria y la
búsqueda de legitimidad pueden ser dos razones que explican la emergencia de
trabajos historiográficos en un lugar particular. Es el caso en la Neue Bremm,
donde el encuentro entre una causa asociativa y una “causa” historiadora con-
tribuyó a hacer hablar del lugar y a asentar el reconocimiento en un espacio
transfronterizo por lo menos “olvidadizo” (2). Precisemos que en ese sitio,
historiadores alemanes (e.g. Thalhofer, 2003) jugaron un rol importante, desa-
rrollando trabajos sobre la historia del campo. De hecho, sus nombres figuran
en el Memorial.
La implicancia de los historiadores también aparece de modo manifiesto
en el fuerte de Romainville, objeto en el afio 2003 de una investigación ini-
ciada por el consejo general de Seine-Saint-Denis, preocupado por lograr un
saber fidedigno respecto al lugar (Fontaine, 2008b), ante la gran pluralidad de
conocimientos transmitidos al respecto, los cuales eran incluso contradicto-
rios. Claramente, en este caso --sin dejar de ser el mediador de un saber- cl his-
toriador es el “pasador de memoria” evocado por Jacques Le Goff (1988), pero
también presente en François Dosse (2005) cuando relee a Walter Benjamin:
“Por el contrario, hay que re-crear la historia y el historiador es el mediador, el
pasador de esa re-creación. Se realiza en el trabajo de hermenéutica que lee lo
real como escritura cuyo sentido se desplaza a medida que el tiempo pasa en
función de sus diversas fases de actualización”.
Memorias en competencia
Volvamos al caso de Romainville. En paralelo a la investigación del his-
toriador (Fontaine, 2008b), se produce una forma de recalificación del fuerte
tras uma “descalificación"— ya que durante afios, previo a la decisión del con-
sejo general, ci lugar habia sido objeto de iniciativas memoriales relacionadas
13. Un cjemplo de esta denegación de! lugar, tal como se da en Sarre, remite a la construcción de us Novo-
tet=inaugurado en 1975- en donde estaba situado el antiguo campo de las mujeres de ta Neue Bremm. En 2001,
se inauguró un memorial en la Neue Bremny; uno de sus objetivos era también reparar ese olvido. Las palabras
de H. Bernard (2008: 148) -un militante de Ja memoria-, respecto a este tema y a las rchabilitaciones del lugar
son significativas: “Estoy convencido de que Ia visita de este lugar por el cual hemos Iuchado durante muchos
anos, y las informaciones que estamos dando a estos jóvenes y a otros visitantes sobre los crimenes cometidos,
comtribuirán, em un fusturo más « menos cercano, à involucrarlos en um compromiso cívico por el Ninca znás, tan
importante para los deportados de todos los campos nazis”.
Ensavos EN TORNO A LUGARES DE DeTENCION Y MASACRE 29
con la memoria comunista. Desde ese punto de vista, nos reencontramos con
1a tipologia del paisaje memorial propuesta por Yannis Thanassekos (2008) —y
que él aplica a los campos de Auschwitz según la cual tres tipos ideales se
suceden desde el final de la guerra para investir, por parte de las víctimas, la
memoria de los crimenes cometidos por el nacional-socialismo: una memo-
ria “patriótica-nacional”, una memoria “política-antifascista” y una memoria
“comunitaria” — “memoria judia”.
Lo cual hace que, más ailá de las historias particulares que distinguen cada
uno de los lugares, se ve que opera un mismo movimiento, tanto en la califica-
ción como en las causas que pueden eventualmente explicar el distanciamien-
to. La competencia entre las víctimas tal como fue estudiada por Jean-Michel
Chaumont (2002), puede quizá brindar una explicación; pero la competencia
entre los hechos también. Y es la que usaremos aquí. Por ejemplo, la memoria
de Jos centros de detención alemanes en Bélgica (Thiéry, 2008) “sufrió” la
contemporaneidad de acontecimientos trágicos como la masacre de 86 civi-
les el 2 de abril de 1944 o la desaparición de 900 hombres en los campos de
la muerte tras su partida de Tourcoing el 1º de septiembre de 1944 (Thiéry,
2010). En cuanto a la ausencia de homenaje a las víctimas de la sede de la
Gestapo en Bruselas, puede explicarse por la reticencia de los Bruselenses
a que sea sefialado un edificio que fue ocupado por los alemanes y devuelto
hoy a la vida “civil” (Weyssow, 2008). Y para entender por qué los lugares de
memoria relativos a la cautividad de los franceses en Alemania (Cochet, 2008)
cayeron en el olvido, recordemos que el tema de los presos de guerra estuvo
ligado ai de la colaboración; por lo cual, la memoria de su cautiverio quedó
“contaminada” por el favor que habrían recibido bajo el régimen de Vichy. Asi,
cuando retomaron del cautiverio en 1945, no pudieron demarcarse del estigma
de la derrota.
La constatación de que estos jugares han “sufrido” la proximidad de otros
hechos obliga entonces, en un plano científico, a considerar el entramado —
temporal, humano, político- en el que se sitúa el trabajo de memoria. Con la
siguiente consecuencia: los investigadores que trabajan sobre estas cuestiones
deben estar atentos tanto al largo plazo como ai corto plazo del gesto conme-
morativo. Otro ejemplo: para entender los escritos literarios que remiten a la
Kolymá (Gulag) y el homenaje a las víctimas que, de hecho, contemplan, Luba
Jurgenson (2008) examina una historia larga, es decir la historia del amplio
complejo concentracionario que funcionó entre los afios 1930-1950 en Siberia
oriental. ;Por qué? Porque no se puede entender de qué contradicciones —y sus
interferencias con los relatos, que son hechos-- la Kolymá está constituida si no
se toma en cuenta las dos misiones que debía honrar: asegurar Ia producción
30 Memorias be LA PIEDRA
del oro necesario para la industrialización del país y que se usaran sus espacios
en tanto “basural” para elementos humanos indeseables.
En definitiva, trabajar sobre lugares de detención y de masacre ha permiti-
do rehabilitar los estratos temporales y espaciales que constituyen el telón de
fondo de los sitios conmemorativos. Porque si bien es evidente que el gesto
conmemorativo se refiere al pasado, también lo fija en un presente que, por
ciertos aspectos, reduce los alcances topográficos e históricos. Ese tiempo y
esa complejidad espacial es lo que los investigadores han intentado progresi-
vamente revelar.
TERRITORIOS EN MOVIMIENTO
Sitios conmemorativos territorializados o... desterritorializados
Juego de pistas. Un pueblo. Es fácil ubicar la iglesia, el cementerio y... el
monumento a los caídos. Erigidos en honor a las víctimas de la Primera Guerra
Mundial —a las que se han agregado las de la segunda y las de las guerras colo-
niales-, los monumentos a los caídos inscriben en la piedra el nombre de los
que “han dado su vida” por Francia. Antoine Prost (1984) ha categorizado sus
formas, sus alcances y su implantación, mostrando, más allá de la diversidad
aparente, qué relación con la paz y la guerra cada período y/o localidad mante-
nía. Pero salvo los 11 de noviembre o los 8 de mayo (!*) —o según los lugares,
otras fechas del afio - nadie se detiene ante cl monumento, su funcionalidad se
timita al calendario conmemorativo. Un lugar sin vida entonces y, sin embar-
go, un lugar que no se puede obviar en la vida de ciertos grupos de memoria,
indispensable por otra parte para la identidad de las comunas en las que están
situados. Ese es, de hecho, uno de los puntos subrayados por Antoine Prost,
para quien no se puede estudiar por separado los monumentos y las ceremo-
nias que se hacen en torno a ellos. Así, es posible retomar el título de la obra
de Jacques Bouilion y Michel Petzold — Mémoire figée, mémoire vivante. Les
monuments aux morts (2008) [Memoria fija. Memoria viva. Los monumentos
a los caídos] — para dar cuenta de una contradicción y una complementarie-
dad constitutivas de los lugares conmemorativos en los que la inmovilidad del
44. Las fechas aluden, en cl primer caso, al armistício firmado entre le general ftancés Fach y los represen-
tantes alemanes, que puso fin a la Primera Guerra Mundial, y en e! segundo a la capitulación alemana firmada
por el general Keitel en Karlshorst, e/ 8 de mayo de 1945. (N. dei E).
Ensavos EN TORNO A Lugares DE DETENCIÓN y MAsacRE 31
tiempo sin recuerdo cohabita con el de los agentes de memoria que vienen a
homenajear a sus muertos.
Sin embargo, si la piedra está ahí y es objeto de un uso memorial, su loca-
lización en un territorio particular —o no- es el resultado de una sucesión de
elecciones. Develarlas permite asociar consideraciones físicas —espaciales,
arquitectónicas, estéticas- a otras, simbólicas, políticas... De ahí una interro-
gación centrada en la noción de territorio que permite -mejor que la noción
de lugar, desde nuestra óptica- tratar cuestiones de apropiación analizando
la ocupación del espacio memorial y su puesta en visibilidad, en un tiempo
en que el “turismo de la memoria” es objeto de una atención especial. Lo que
necesariamente implica una focalización respecto a los agentes de memoria
pero en la relación que mantienen con los visitantes. Al tomar en consideración
la tríada calificación/descalificación/recalificación, el enfoque en términos de
territorio consiste entonces en interrogar los movimientos identitarios, cultura-
les, patrimoniales, que operan ahí. Y para captar lo que se juega en la relación
entre hombres y espacios cuando se trata de poner la historia violenta al alcan-
ce de un público, el estudio de la articulación entre territorialización y deste-
rritorialización puede ser valioso. Para ilustrarlo, hemos hecho una propuesta:
partir de una situación en donde el territorio de la Historia corresponde al de su
conmemoración y alejarse progresivamente. En función de ver, al desplazar el
cursor, la complejidad de lo que cubre la noción de territorio, cuyos contornos
distan mucho de ser solamente fisicos.
Del homenaje in situ al homenaje a la distancia
Primer caso: Auschwitz (Mesnard, Teklik, 2009). Aunque el campo ha sido
modificado, su materiatidad no ha sido cuestionada, ya que sus fronteras espa-
ciales están relativamente bien conservadas. Por lo mismo, al interior de este
espacio circunscrito, ciertas configuraciones particulares —que, por otra parte,
van cambiando con ei tiempo- lo convierten en un lugar de contornos físicos
y psicológicos sumamente complejos. Así, en el plano ds su frecuentación,
los diferentes espacios dei campo están sometidos a fuertes variaciones, los
visitantes privilegian un recorrido que los conduce a dejar otros de lado. Tanto
más que el perfil de los mismos y los motivos de sus visitas se han ido trans-
formado, lo que implica correlativas modificaciones del lugar. Por lo mismo,
esta constatación: al interior mismo de sus fronteras espaciales se opera en
el campo una reterritorialización. Algunas de las causas son de orden políti-
co -según un encadenamiento de fases desde la liberación de los campos-—,
pedagógico —para tomar en cuenta ias especificidades de ios públicos y de sus
32 Memorias DE LA PEDRA
transformaciones—, económico —en el marco del turismo de la memoria y/o del
turismo cultural-, patrimonial también.
Otro caso: el campo de Thiaroye en Dakar (Niang Diéne, Thiéblemont-
Dollet, 2009; Thiéblemont-Dollet, 2010). Hasta e! afio 2004, fecha en que el
presidente Abdoulay Wade estableció la jornada del Fusilero, poco habia sido
dicho sobre este campo de transito donde, el 1º de diciembre de 1944, las tropas
francesas reprimieron duramente la rebelión de los Fusileros que reclamaban
por su situación (!º). Si bien había sido erigida una estela en el campo, en cambio
el cementerio habilitado en el sitio —donde se supone que yacen los cuerpos de
las victimas-— es una suerte de copia del cementerio original, situado a un kiló-
metro de Thiaroye. Ubicarlo dentro de las fronteras del campo permite hacer de
ese lugar un símbolo indiscutible del coraje de los senegaleses. Tanto más que el
campo no remite sólo a la historia senegalesa sino más ampliamente a la de toda
África. Y sin embargo... La crisis habitacional en Dakar modifica actualmente
esa focalización conmemerativa, ya que €l sitio ha despertado el interés de los
promotores inmobiliarios. Así, el territorio ha sido constantemente calificado y
recalificado a lo largo del tiempo: olvidada, la historia de los Fusileros termi-
nó por cristalizarse en un lugar física y simbólicamente recompuesto que, una
vez que adquiere interés económico, sufre un desplazamiento que rompe por lo
mismo cualquier proximidad entre los hechos y su puesta en visibilidad.
Tercer ejemplo: uno de los edificios de la ESMA (Escuela de Mecánica de
la Armada) argentina, el casino de los oficiales, funcionó durante la dictadura
militar (1976-1983) como centro de detención y de tortura (Feld, 2009). Hoy,
se ha convertido en ur lugar de transmisión de la memoria pero, para cumplir
n, se debe resolver una serie de dificultades. Una de ellas es la siguien-
te: dado gue la Armada negó que los edificios hayan sido utilizados con fines
represivos (y borró las huellas), son los testimonios de las víctimas los que le
asignan al lugar la función que tuvo en el pasado. Así, un territorio móvil se
va (re)dibujando en los recuerdos con una particularidad: los detenidos solían
tener los ojos vendados durante su detención. Por ende, semejante tarea solo
pusds ser llevada a cabo mediante un gran esfuerzo. De cualquier manera, ese
territorio evocado está delimitado por fronteras porosas, por ejemplo entre ei
interior y el exterior, entre Ja vida concentracionaria y la vida normal. La causa
es múltiple: ausencia de rejas dentro del edificio o más bien desplazamiento de
esa mis
15. En 1944 las tropas francesas de color que combatieron en Europa durante la Segunda Guerra Mundial se
reagrupa en Senegal. A los soldados se les promete una indemnización por la desmovitización, pero los oficiales
encargados de hacer efectivo el pago lo demoram. Cree la tensión entre los fissileros y la noche del lero. de
diciembre de 1944 son masactados por las franceses. (N. del +)
Ensavos ex TORNO À LUGARES DE DETENCION Y MASACRE 33
los espacios de reclusión según las necesidades, cohabitación entre detenidos
y oficiales, visitas puntuales de los detenidos a sus familias... Pero si este
territorio está marcado por contornos a menudo imprecisos, en lo fundamental,
los detenidos dicen haber sabido siempre cual era el límite absoluto: la muerte.
Este territorio es entonces el de la vida limitada por la muerte, pero no la muer-
te ineluctable que adviens a cada cual, sino la que ha sido erigida en amenaza
absoluta e impide vivir.
Alejémonos un poco más del territorio original, esta vez para examinar dos
monumentos: la estela de Marignane (inaugurada en 2005) y el Muro de los
Desaparecidos en Perpignan (2007). Se trata, en ambos casos, de la guerra de
Argelia. Pero no de toda la guerra sino de la de los defensores de la Argelia
francesa (Dard, 2009). De hecho, las polémicas que han generado estos sitios
confirman el estallido de tas memorias, perceptible tanto en la ausencia de
lugares de conmemoración como en la dificultad de proponer fechas de aniver-
sarios que no generen disputas. Y si la polémica toma cuerpo en una historia
que va más allá del marco de la actualidad, se caracteriza sin embargo por una
evolución contextual en el centro de la cual, por ejemplo, a los hijos de los
protagonistas les toca jugar un rol importante. Por consiguiente, si de territorio
estamos hablando, se trata del que fue irremediablemente perdido y que es
imposible remplazar, dado los roces que se generan cuando la descolonización
está en juego.
Llegamos al alejamiento último, el que caracteriza un pasado del que no
quedan ni huellas ni testigos directos. Puede ser cl caso de una historia que
involucra a hijos que han perdido a sus padres y que parten cn busca de todo
aquello a lo que ya no tienen acceso, Fs el caso de Henri Raczymow, escritor
de origen judo, nacido en 1948, que explica hasta que punto cl Holocuusto
lo cortó de su prehistoria familiar (Louwagie, 2009). Un viaje a Polonia —que
describe en Dix jours «polanais» (2007) le da la oportunidad de interrogar ia
relación que mantiene con el país de sus abuelos. Pero este viaje no reparará.
la pérdida, la confirmará. La literatura dirá entonces los lugares y los nombres
perdidos, restituyendo a cada cual cl lugar que hasta entonces habia quedado
vacio. Por lo mismo, no se substituirá a la ausencia, el territorio literario no
remplaza el otro, referencial. Sin embargo, permite en parte Ilenar una sensa-
ción de vacio. Tanto más que puede pasar que este territorio sea e! único que
pueda evocar un período y un lugar definidamente desaparecidos. Algo similar
ocurre con las obras de escritores originarios de Bucovina, un territorio que a
to largo de la Historia ha sufrido varias ocupaciones —siendo sucesivamente,
austriaco, rumano, soviético, otra vez rumano, luego soviético y actualmen-
te ucraniano (Dranenko, 2009). Al evocar un tiempo perdido, estos escritores
O
38 MeEMoRIAS DE LA PrEDRA.
presente del pasado para hacer de este último un elemento constitutivo de la
cotidianidad de todos.
CONCLUSIÓN
En una configuración memorial, calificar un lugar es atribuirle un sentido
—relativo a los hechos que se han desarrollado y a su interpretación- y es, ala
vez, asociar las acciones (erigir un monumento, organizar manifestaciones,
concebir recoridos de visitas), signos y símbolos que le corresponden. Hemos
visto que ese gesto es resultado de algo complejo, pero hemos visto también
que, más aliá de diferencias históricas y culturales, el proceso de calificación
descalificación recalificación transita por vías similares. Decir y conmemorar
la historia de la Segunda Guerra Mundial en Europa, del Gulag en Rusia, de
la guerra de Argelia en Francia, de la dictadura militar en Argentina, del exter-
minio de los tutsis en Ruanda, implica hacer elecciones que se fundan en el
acuerdo de tos actores involucrados, ya sea que se trate de víctimas —cuando
todavia las hay—, de responsables de asociaciones de memoria, de representan-
tes políticos, de visitantes, etc. Así el relato, la temporalidad de las acciones,
los procesos memoriales conllevan elementos invariables que subsumen las
diferencias.
s Estamos entonces confrontados a lo que sugiere Henry Rousso (2007),
es decir, a una memoria que funciona bajo el modo de la mundialización?
Para el historiador, la mundialización de la memoria no sólo implica aconteci-
mientos planetarios sino que “invelucra la escritura del pasado nacional en tal
forma que constituya un foco de interés a escala regional o mundial” (ibid.: 3).
Ahora bien, este movimiento aparece también cuando se trata de evocar “los
recuerdos obsesivos del nazismo, las polémicas sobre la ocupación japonesa,
la memoria larga de la esclavitud, la herencia de las dictaduras militares o las
secuclas de las grandes masacres masivas” (ibid.). Según él, en relación a cada
uno de estos hechos “no podemos sino sorprendernos ante, por una parte, la
existencia de un mismo movimiento planetario de reactivación del pasado y,
por otra, las similitudes respecto a las expectativas de la opinión y las políticas
que son adoptadas para dar un —justo- lugar a Ja historia y a la memoria en
lugares tan diferentes como Europa, Asia oriental, América latina o Sudáfrica”
(ibid).
Así, la dimensión contrastante permitió examinar un repertorio común de
experiencias memoriales donde la diversidad de los lugares pero también la
similitud de las acciones encarnan dos caras de un mismo movimiento: el que
Ensavos EN TORNO A LUGARES DE DETENCIÓN Y MAaSACRE 39
tiene como objetivo rendir homenaje a las víctimas del pasado. Más allá de
1a mundialización de la Historia, quizás esta constatación sea fruto de lo que
implica la noción misma de experiencia. La que es doble en este caso: relativa,
por un 1ado, a los hechos vividos relacionados con el genocídio, Ia masacre, la
detención; y, por otro, a la dimensión conmemorativa. En ambos casos tanto
más cuando se considera las relaciones, tal como lo hacemos aquí los gestos
memoriales son comunes porque la experiencia de la que dan cuenta com-
prende, también, rasgos comunes de los que sólo subrayaremos dos aspectos:
remite a la desmesura de los hombres, to que conduce a emitir juícios contra
culpables y a favor de víctimas que (en uno y otro caso) han de ser designados;
se dirige a terceros que se presentan como mediadores de vna forma de juício
pronunciado y lo validan. De esta manera, la experiencia favorece la adhesión
ala causa defendida que constituye el telón de fondo de los gestos memoriales.
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